En disímiles ocasiones, hemos escuchado sobre el término “Modelo educativo”; pero, ¿qué significa realmente? Podríamos decir que es el conjunto de supuestos y enfoques pedagógicos que orientan a los docentes en la elaboración de los programas de estudio y en la sistematización del proceso de enseñanza-aprendizaje; ¿sin embargo, qué relación guarda con toda una institución académica? ¿Es sólo de interés para el maestro o para aquellos que se dedican a la noble causa de la instrucción? La respuesta va más allá de lo simple, se trata de un concepto emergente que rige y alinea nuestra misión, valores, filosofía, prácticas y sobre todo, nuestra didáctica en el transcurso de la clase.

Cualquier universidad existente, debe motivar a su equipo de trabajo en el cuestionamiento constante de la metodología a seguir en su implementación, formular nuevas ideas que lo contextualicen a la realidad y circunstancias que se afronten, lo que perfeccionará el desarrollo de estrategias para articularlo desde una proyección científica y sistémica. Todo ello, conlleva a una visión cohesionada del esfuerzo colaborativo, en el que cada área perciba la necesidad de contribuir desde sus funciones de puesto, con la reestructuración y análisis del paradigma teórico que se implemente. Asumir el modelo educativo, sin comprender el enfoque que lo sistematiza, es como para una célula, prescindir de su núcleo; debido a que de él se desprende todo el accionar de la actividad que realicemos, siendo el guía medular de las mismas. 

Nuestra perspectiva se inspira en la propuesta constructivista del psicólogo norteamericano David Ausbel, quien concibe la asimilación de contenidos como una búsqueda activa, crítica, reflexiva y de significado para el alumno; de modo que lo que se conoce sea asociado con lo nuevo a conocer, a través mecanismos metacognitivos  en la apropiación de la información.

Lo expresado anteriormente, constituye una aproximación superflua ante la pregunta súbita inicial, la que más que respuestas, conlleva a interrogantes que nos remiten a replantearnos diversos roles y cuestionar la manera en la que los desempeñamos en la ardua tarea de educar.