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SEAMOS INMORTALES
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Imagina que vives es un planeta que hierve y se congela cada determinado tiempo provocando que el nivel del mar suba o baje varias decenas de metros al mismo tiempo que la vida aparece y desaparece al ritmo del termómetro; uno con su propia homeostasis por ser un organismo vivo, autónomo y autorregulado que cuando alcanza la temperatura promedio de 18°C permite que muchas especies, incluyendo la nuestra, puedan existir y disfrutar de ese breve período templado, verde y fértil que dura unos cuantos miles de años. Importante: nada puedes hacer para detener o modificar estos ciclos, son gigantescos y milenarios, te rebasan por mucho, a ti y a todas las especies que te acompañan. Algo más: podrás vivir en ese planeta 90 años más o menos (si tienes suerte y llevas un estilo de vida saludable), poquitos comparados con los 10 mil que lleva tu especie como civilización y un pestañeo en relación a los 4,600 millones que tiene el planeta.
 
Sabiendo todo lo anterior, la pregunta es: ¿cómo diseñarías tu casa, tu ciudad y tu forma de vida?
 
Espero que este artículo no sea uno más de esos que nos regañan por lo mal que estamos haciendo las cosas. Difícil porque efectivamente nuestro desempeño es pésimo; estamos más preocupados por las Olimpiadas o la Ley Seca o la siguiente pandemia que en lo verdaderamente importante, como recuperar los bosques y las selvas del mundo. Como dice un amigo: “estamos como si fuéramos ganando en el casino del Titanic”. Pero para dejarte con algo positivo y constructivo al final verás una lista con mis once recomendaciones para que te pases al equipo de los solucionadores esperando también que lo lean muchas personas con más poder que yo para poder impulsar, empujar o jalar cambios significativos. Por el momento me conformo con que tú los leas y apliques.
 
¿Qué tan mal estamos? El científico James Lovelock en su hermoso libro “La venganza de Gaia” lo pone en estos términos: “actualmente la Tierra es como una persona con cáncer de pulmón y nosotros esperamos que dejando de fumar se cure”. Algunos lo verán como una explicación bastante fatalista, pero si regresamos al punto de los ciclos entenderemos que estamos en medio de uno ellos y que a pesar de nuestra desastrosa gestión como especie dominante lo único que estamos acelerando es nuestra extinción mientras la Tierra se calienta para volverse a enfriar como lo ha hecho muchas veces en el pasado. Podrás decirme que qué caso tiene entonces preocuparse si de todas maneras es irreversible e irremediable, bueno, aquí es donde debemos ser ambiciosos y pensar en el bien del equipo, o sea, ver las cosas a largo plazo y cuando digo “largo” me refiero a miles de años…, ¿primer requisito?: adaptarse.
 
Últimamente se habla mucho de esto, curioso porque es lo último en lo que pensamos. De hecho, durante siglos hemos hecho exactamente lo contrario, queremos que la naturaleza se adapte a nosotros y ya estamos sufriendo las consecuencias de nuestro ego. Adaptarnos podría significar nuestra sobrevivencia como especie, lo más parecido al anhelado sueño de ser inmortales, traspasar eras geológicas y desarrollar la capacidad de vivir en las calientes y en las frías. Dejar de luchar contra la naturaleza y más bien ayudarle o al menos no interferir con sus hermosos y perfectos sistemas. Cambiar el discurso y ya no más “salvemos el planeta” o “cambiemos el mundo” o “la innovación es la salvación”, entendamos que el planeta se va a calentar y enfriar con o sin nosotros y que más bien deberíamos enfocarnos en diseñar un estilo de vida flexible y armonioso con la Madre Tierra, sea cual sea la temperatura del termómetro o el nivel del mar.
 
Yo sé que esto de la sostenibilidad es un tema incómodo. No sabemos qué hacer o no sentimos que sea nuestro problema ni mucho menos que podamos solucionarlo. Tenemos razón en ambos casos porque no basta dejar de usar bolsas de plástico en el súper o separar la basura, los cambios necesarios son más profundos y se dirigen hacia la base de nuestra forma de vida capitalista con implicaciones financieras, productivas y de estilos de vida. Pero a pesar de ser una especie llena de defectos y mucha maldad hemos demostrado también nuestra inteligencia y amor infinitos para crear cosas hermosas y valiosas, no sé si en el balance merecemos sobrevivir, pero podemos intentarlo, la cosa es que como individuos sólo podemos permanecer unos años en el planeta, pero como la especie más inteligente y creativa sí que podríamos sobrevivir unas cuantas glaciaciones más. Todo depende de que nos pongamos de acuerdo con visión a futuro y empecemos a trabajar.
 
¿Nos dará tiempo?, no lo sé, pero mientras te dejo mis súper once recomendaciones para que empieces hoy mismo. Le apuesto a la “estrategia hormiga” soñando que la suma de cientos, miles o millones de pequeñas acciones impulsen el cambio que necesitamos. Tenemos problemas urgentes que atender para recuperar lo perdido y facilitarles la existencia a las generaciones futuras, además de ponerles el ejemplo:
 
1.    Reconéctate con la Madre Naturaleza. Medita todos los días en la mañana, sal a caminar al parque o a la playa, ve el amanecer, el atardecer, cuida tu jardín y respeta a todo ser vivo. Investiga sobre el “Sumak Kawsay”.
2.    Haz el eco-combo clásico de un consumidor responsable, mide tu huella ecológica y empieza a cambiar: consume local, no uses bolsas de plástico, lleva tus envases reutilizables a todos lados, no uses desechables, cambia tus focos, compra a granel, usa productos ecológicos y de bajo impacto ambiental. 
3.    Aliméntate sanamente. Baja o elimina la carne de tu dieta, consume frutas y legumbres frescas, locales y de temporada, toma mucha agua, no consumas productos ultra procesados, bájale al azúcar, a las grasas y a las harinas.
4.    Cuida tu ropa. Reduce tu guarda ropa, recicla o restaura lo que tienes, consume local, compra productos de bajo o nulo impacto ambiental, compra calidad y no cantidad.
5.    Energía. Reduce tu consumo, usa el clima sólo para dormir, camina más y bájale al coche, compra local, evita Amazon o compras al extranjero, usa más el transporte público.
6.    Infórmate, promueve y presiona. Empieza con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la O.N.U., compártelos y aplícalos en tu familia, empresa, con amigos, en las escuelas y en tu colonia.
7.    Ten pocos hijos, 1 ó 2 máximo y promueve el control demográfico.
8.    Haz composta. En tu jardín con lo que sale de tu cocina y úsala de abono.
9.    Extra A: huerto casero. Empieza con plantas aromáticas, algunas hortalizas y flores melíferas, así le ayudas también a las abejas a hacer su trabajo.
10. Extra B: deja el coche y usa la bici. Hazlo siempre que puedas, pero haz un esfuerzo, te prometo que si se puede, sacrificas un poco de comodidad pero ganas un montón en tu huella ecológica. 
Extra C: Siembra 50 árboles y cuídalos. De preferencia endémicos, frutales y melíferos. 
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